Mes: junio 2013

  • Coffee and Cigarettes

    Título original   Coffee and Cigarettes

    Música Varios

    Año 2003                                                                       

    Director Jim Jarmusch

    Guión Jim Jarmusch

    Fotografía Frederick Elmes (B&W)

    Reparto Roberto Benigni, Steve Buscemi, Cate Blanchett, Bill Murray, Alfred Molina, Iggy Pop, Tom Waits, Steven Wright, Joie Lee, Cinqué Lee, Joe Rigano, Vinny Vella, Vinny Vella Jr., Renée French, E.J. Rodriguez, Alex Descas, Isaach De Bankolé, Steve Coogan, Bill Rice, Taylor Mead, GZA, RZA, Meg White, Jack White

    Productora United Artists presenta una producción Smokescreen Inc. / Asmik Ace / Bim Distribuzione

    Género Drama. Comedia | Película de episodios. Cine independiente USA

    Web Oficialhttp://www.coffeeandcigarettesmovie.com

    Sinopsis En 1993, un corto de Jim Jarmusch titulado “Coffee and Cigarettes” recibió la Palma de Oro del Festival de Cannes. Once años depués Jarmusch rueda “Coffee and Cigarettes”, un conjunto de episodios cortos. Cada secuencia muestra a diversos personajes sentados a una mesa, tomando café, fumando cigarrillos y discutiendo sobre temas tan diversos como la preparación del té inglés, las teorías sobre la conspiración contra Elvis Presley, Abbot & Costello, la ficticia banda de rock SQÜRL, París en los años veinte o el uso de la nicotina como insecticida… (FILMAFFINITY)

     

     

    Me enteré de este filme poco convencional a través de mi colega –y amigo entrañable- Santiago Londoño. Tampoco conocía a Jim Jarmusch. Repasando el palmarés del festival de Cannes, me encontré con su nombre. Y no sabía, francamente, qué esperar.

    La idea de juntar a varias celebridades en torno a una taza de café –y una cajetilla de Camels- es, al mismo tiempo, una genialidad y un evidente kitsch, probablemente una especie de entrevista, una charla pseudointelectual para el olvido, o incluso unos diálogos-como-de-televisión, con primeros planos de actrices maquilladas hasta las orejas, semillorando.

     

    Y sin embargo, Jarmusch –también guionista de la película-, nos dejó una inteligentísima comedia, charlas de cafetería con evidente incomodidad, largos silencios en donde el espectador siente una especie de vergüenza ajena –hacia Iggy Pop o hacia Cate Blanchett-. En fin, rememoración de todos los cafés que uno se ha tomado con otra persona sin saber por qué, sin interés o por compromiso, o incluso aquellas largas amistades que ya no son, que ya no dan espacio para la conversación amena, y apenas se nos permite el vago recuerdo de cosas que dejaron de importar.

    Cada diálogo es muy distinto. Roberto Benigni, Tom Waits, Bill Murray… hacen el papel de ellos mismos. Me pregunto: ¿Jarmusch pensó cada incómodo diálogo según la personalidad de cada artista? Si es así, Coffee and Cigarettes es casi el testimonio de una generación, un álbum de fotos con la cara más humana –incluso ridícula- de la farándula hollywoodiense.

    Y si no es así, la obra es aún más grande. En primer lugar porque no todos los participantes son actores -es realmente sorprendente ver a Jack y Megan White probando una bobina de Tesla-. En segundo lugar, por la cinematografía. Los ambientes, la iluminación, la evidente imagen en blanco y negro que deja un papel protagónico al humo del cigarrillo y las tasas de café. Toda la planificación nos deja una sensación de casualidad casi absoluta, como si viésemos un documental. Y sin embargo cada corto cuenta con guiños completamente cinematográficos –y es preciso resaltarlo, puesto que es una película basada en el diálogo-.

     

        

     

    Que sea lo que sea. La película, sin duda, es mucho más ficcional que documental –lo que, dicho sea de paso,  no la hace menos real-. Sin embargo, nadie podrá negar que cada corto, cada diálogo, está impregnado de la personalidad de sus protagonistas. La naturalidad de cada actuación sería difícil de explicar de otra manera.

    De momento, yo me voy a tomar un café, a liarme un cigarrillo, y a recomendarles que pasen una tarde relajada –si está lloviendo mejor-, con los incómodos diálogos que plantea Mr. Jarmusch. Hasta la próxima.

     

    Por cierto, la café-conversación entre Iggy Pop y Tom Waits, Somewhere in California, fue reconocida con la Palma de Oro por el mejor cortometraje del Festival de Cannes de 1993. Aquí dejo esta ‘cucharadita’ de Coffee and Cigarettes:

     

  • Staff Benda Bilili – Moto Moindo

     

  • Chris Cornell – Billie Jean

    Gran cover de Chris Cornell, autor de temas como el mítico “Black Hole Sun” o “Like a Stone”

  • Kobo Town – Mr.Monday

     

  • Bonobo: “Eyesdown” (feat Andreya Triana)

  • Como en un espejo

     
     
    Título original: Säsom i en spegel
     
    Año: 1961
     
    Duración: 91 min.
     
    PaísSuecia
     
    Director: Ingmar Bergman
    Guión: Ingmar Bergman
     
    Música: J.S. Bach
     
    Fotografía: Sven Nykvist (B&W)
     
    Reparto: Harriet Andersson, Gunnar Björnstrand, Max von Sydow, Lars Passgard
     
    Productora: Svensk Filmindustri
    Género: Drama
    Sinopsis

    Durante un hermoso verano, un escritor, siempre demasiado ocupado y de temperamento frío y distante, va a pasar unos días con sus hijos, un adolescente y una joven con problemas mentales, que está casada con un médico que la cuida con gran ternura. Su estancia en la isla donde viven sus hijos desencadena una crisis que los afecta a todos, pero especialmente a él, porque toma conciencia de su incapacidad para darle a su familia lo que espera de él. (FILMAFFINITY)

     

     

                                                                                                                   Pero, en definitiva, ¿qué es lo que quieres tú
                                                                                                                                                                      /el loco?

     

    Habrá que preguntarse –así, como en una galería de museo-, si el título que seleccionó Ingmar Bergman termina por cerrar el ciclo de la película, como si de una breve vida se tratase, o más bien la lleva a otra dimensión sobre la que tenemos que mirar nosotros, esta vez más de cerca, sin garantías ni protección ni medicinas.

    Me refiero a la cuarta pared. Me refiero al beso final y el casi-siempre-benéfico “The End”. Porque nunca hubiesen podido estar en esta película. Por el contrario, al espectador se le deja desnudo, carente. Y aunque parece que el filme cierra con un atisbo de esperanzadora calidez, la sensación térmica es por mucho inferior.

     

     

    Probablemente sea una casualidad, pero el dramaturgo, actor y poète maudit francés, Antonin Artaud, de alguna forma había esbozado esta obra de 1961. En “El momo”, Artaud –que curiosamente actúa en la obra maestra de uno de los ‘profesores’ de Bergman, Carl Dreyer- realiza una delirante crítica a todo cuanto le rodea. Parte central de su obra fue su enfermedad, la esquizofrenia:

    Si no hubieran aparecido los médicos,
    no hubieran existido los enfermos,
    ni osamentas de muertos
    ni enfermos para descuartizar y despellejar,
    porque la sociedad comenzó
    con los médicos y no con los enfermos

     

    Y es que toda la película está dotada de una especie de halo, de un componente sagrado, idílico, que parece reprimirse con la sociedad, sus enfermedades, sus médicos. Porque de alguna forma todos buscamos la revelación de Karin, esperamos que esa puerta se abra y por fin encontrarnos -¿enfrentarnos?- a Dios (y que cada quién le otorgue la forma, religión o sustancia que le parezca, porque hablo de algo universal).

    La historia de Karin parece más bien la historia de un martirio, de una persona directamente ‘tocada’ por lo sagrado y que derrapa entre un mundo desolado y la paz absoluta. ¿Está Karin realmente enferma? O realmente ella ve lo que nosotros buscamos.

     

     

    El final de la película puede resultar abrupto, difícil de digerir. Por lo menos a mí, me dejó una sensación de soledad –completa y compleja-. Porque el dios que Karin ve finalmente no es la respuesta a nada. De hecho, es todo lo contrario. Ingmar Bergman parece resultar escéptico. La única prueba de Dios es el amor, y sin embargo, en toda la trama el amor es algo muy secundario, y en realidad otras experiencias humanas cobran un protagonismo mayor: miedo, desesperanza, incertidumbre.

    De ahí una sensación de soledad absoluta cuando termina la proyección. No hay nada a qué (o a quién) sujetarse dentro del universo de ficción de este filme. O quizás sea tan sólo una pregunta, que yo no soy capaz de responder, aún.

     
  • The Heavy – Sixteen

    Una fascinante banda que nos ofrece temas magníficos en los que podemos escuchar con toda claridad las influencias musicales de los integrantes sin llegar en ningún momento a pervertirlas y dándoles su propia nota musical.

     

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